martes, 2 de junio de 2015

Desarrollada una variedad luminiscente de E.coli para detectar cáncer de hígado

El hígado es uno de los lugares donde más difícil es lograr detectar un cáncer. Las razones de esto radican en que es muy difícil lograr imágenes claras del órgano en escáneres o en resonancias magnéticas. No obstante un grupo de científicos del MIT (Instituto tecnológico de Massachusetts) y la Universidad de California parece haber solventado este problema.
Estos científicos han ideado un método para detectar metástasis en el hígado de ratones con la ayuda de probióticos, una bacteria similar a la que se encuentra en los yogures. Muchos tipos de cánceres, como el de colon o el de páncreas, tienden a crear metástasis en el hígado y cuanto antes se puedan diagnosticar más probable es que se puedan tratar con éxito.
Los investigadores usaron una cepa inocua de bacteria E.coli que coloniza el hígado y la programaron para producir una señal luminiscente que puede ser detectada con un simple análisis de orina, según publica hoy "Science Translational Medicine".
Estudios previos habían demostrado que las bacterias pueden penetrar y crecer en el microambiente de un tumor, donde hay muchos nutrientes y donde además la inmunidad del cuerpo está comprometida, por ello, los científicos han tratado durante años de usar bacterias como posible vehículo como tratamiento para el cáncer.
El MIT y la Universidad de California empezaron a investigar esta idea hace algunos años, pero pronto ampliaron sus esfuerzos para incluir lograr un diagnóstico a través de ellas.
Los científicos programaron genéticamente células para convertir la bacteria en un instrumento de diagnóstico y su primera idea fue desarrollar una bacteria que pudiera inyectarse a los pacientes. Sin embargo, decidieron investigar la posibilidad de administrarla por vía oral, tal y como se hace con los probióticos que se encuentran en el yogur, para lo que usaron un cepa inocua de "E.Coli" denominada Nissle 1917, que se comercializa como un promotor de la salud gastrointestinal.
En pruebas con ratones, los expertos descubrieron que la bacteria suministrada no se acumula en posible tumores de todo el cuerpo pero sí en los que pudiera haber en el hígado, pues la vena porta la llevaba desde el tracto digestivo hasta ese órgano.
Así, el equipo pudo desarrollar un tipo de diagnóstico especializado para los tumores de hígado y en los resultados con ratones se comprobó que en los animales con cáncer de colon que se había extendido al otro órgano, la bacteria probiótica había colonizado los tumores metastásicos en el hígado en casi un 90%.
Además, los animales a los que se había suministrado esa bacteria manipulada no presentaron ningún efecto secundario perjudicial, agrega la nota. Durante la investigación se manipuló la bacteria para sobreexpresar el marcador del gen LacZ, que codifica la proteína beta-galactosidasa y hace que la bacteria aparezca azul cuando crece en un medio que contiene ese substrato.
Una vez en el interior del animal, el resultado de la actividad enzimática se excreta por la orina y causa un cambio de color, así en los ratones con metástasis de hígado su orina se volvía roja.

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