Estos lagartos han estado "ocultos" por habérseles tomado por individuos de especies ya conocidas, dado lo fácil que es confundirlos con otros del mismo grupo de especies debido a las muchas similitudes entre unos y otros en cuanto a su aspecto. Sin embargo, los autores del nuevo estudio, de la Universidad de San Marcos en Perú y la Universidad Brigham Young, en Utah, Estados Unidos, se han valido de análisis moleculares y ecológicos, así como de análisis morfológicos más detallados, para identificar a esos lagartos como miembros de nuevas especies.
La investigación realizada por el equipo de César Aguilar y Jack Sites puede ser vista como un ejemplo de combinación a partes iguales entre, por un lado, los estudios de identificación de especies basados en el análisis detallado de datos moleculares y que rara vez incluyen descripciones morfológicas minuciosas de las nuevas especies y, por otro lado, los estudios de descripción de especies basados en la morfología y que rara vez incluyen esos análisis moleculares detallados.
El nuevo estudio también demuestra cómo una gestión hábil de datos disponibles y de recursos de investigación puede conducir al descubrimiento de nuevas especies.
El interés por hallar nuevas especies no responde a ninguna competición numérica para ver qué equipo logra acumular más nombres de especies en su haber, sino que tiene implicaciones mucho más cruciales y dramáticas, que atañen directamente a la conservación de la biodiversidad. La especie que es catalogada como tal, y por ello recibe un nombre, deja de ser "invisible" para las autoridades nacionales e internacionales, así como para las organizaciones dedicadas a la conservación de la biodiversidad. Las especies que no han sido descritas formalmente y que carecen de nombre científico, no existen a efectos prácticos, y eso implica que no se las podrá proteger legalmente. Esta cuestión es de gran importancia en muchas regiones andinas, patagónicas y neotropicales de Sudamérica.
Los nombres que las nuevas especies han recibido derivan de los nombres de dos antiguas civilizaciones andinas, Chavín y Wari, y un gobernante inca, Pachacútec.
El Liolaemus pachacutec fue encontrado en el complejo arqueológico de Písac, que alberga ruinas de edificaciones que fueron construidas por orden expresa de Pachacútec.
El Liolaemus chavin fue encontrado en una zona situada cerca del centro de la cultura chavín, donde sus artistas representaron a reptiles y otros animales de maneras a veces muy destacadas y llamativas.
El Liolaemus wari fue encontrado cerca del centro de la cultura wari (o huari), en el Departamento de Ayacucho, en el sudeste del Perú.
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