Se trata de una tortuga de agua dulce, perteneciente a un género hasta ahora exclusivamente conocido en Gran Bretaña a partir de fósiles que datan del Cretácico Inferior, hace unos 140 millones de años. El hallazgo fue publicado en la revista francesa Comptes Rendus Palevol.
Los científicos acaban de presentar el hallazgo en el Museo de Torres Vedras, en Portugal, puesto que el fósil forma parte de la colección de la Sociedad de Historia Natural de la localidad y fue descubierto por un colaborador habitual de dicho museo.
A partir del caparazón, los investigadores han averiguado que el ejemplar, hallado en plena Cuenca Lusitánica, medía cerca de medio metro de largo y se caracterizaba por tener un caparazón redondeado y muy bajo, lo que permite identificarlo como un animal con costumbres nadadoras.
Su nombre resulta peculiar puesto que, aunque la primera palabra pertenece al nombre del género Hylaeochelys, la palabra "kappa" se refiere a una figura mitológica japonesa con aspecto de tortuga, cuyo origen proviene de las capas que los monjes portugueses llevaban en Japón en el siglo XVI. Además, esta figura mitológica, como los monjes, tiene en la cabeza una especie de tonsura (un plato que simula la cabeza rapada en forma de aureola).
Hylaeochelys kappa es una forma primitiva del grupo al que pertenecen la mayor parte de las tortugas actuales, es decir, las criptodiras.
A pesar de ser menos populares, las tortugas son un miembro habitual en los yacimientos con fósiles de dinosaurios y, resultan tan útiles como los dinosaurios para comprender cómo fueron los ecosistemas de hace millones de años.
Durante el Jurásico Superior (hace entre 165 y 145 millones de años), fueron abundantes los representantes de algunos grupos de tortugas exclusivamente europeas, como los plesioquélidos, que desaparecieron al final de este período. Posteriormente, las tortugas cretácicas europeas no presentaban parientes directos en el Jurásico y, por lo tanto, no se conocía ningún género de ellas que atravesase esa frontera temporal.
Sin embargo, a la luz de este último hallazgo, Los científicos saben que el género Hylaeochelys ya existía en el Jurásico y abre una ventana a la posibilidad de que algunos géneros de reptiles de agua dulce europeos como Hylaeochelys y ciertos cocodrilos hubieran sobrevivido del Jurásico al Cretácico, llegando a esa época con menos dificultad que sus parientes marinos, como los desaparecidos plesioquélidos.
La Cuenca Lusitánica es una de las regiones que ha facilitado más información sobre los ecosistemas con dinosaurios en Europa y, más concrétamente, sobre los de hace más de 145 millones de años, durante el Jurásico Superior y, con las subvenciones adecuadas, puede abrir la puerta a que se produzcan nuevos yacimientos.
La investigación fue posible gracias a un grupo de Biología Evolutiva de la UNED, del departamento de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid y del Laboratorio de Paleontología de la Sociedad de Historia Natural de Torres Vedras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario