A diferencia de lo que ocurre con las famosas hormigas esclavistas del Amazonas cuyas campañas pueden incluir a más de tres mil hormigas soldado, la nueva especie esclavista no invierte grandes recursos a la actividad de adquirir nuevos esclavos, y sus incursiones son más parecidas a secuestros ocasionales que a invasiones multitudinarias, pero los resultados, medidos por el esfuerzo, son mucho más provechosos.
La longitud de una Temnothorax pilagens es de apenas dos milímetros y medio, y el radio de acción para sus operaciones de caza y secuestro se restringe a unos pocos metros cuadrados de superficie forestal. Los blancos de ataque de sus expediciones de asalto son sociedades de dos especies relacionadas de hormigas que viven dentro de huecos en estructuras vegetales robustas. Estos hormigueros son lo más parecido a castillos o fortalezas en el mundo de los insectos, ya que, entre otras cosas, se caracterizan por tener paredes gruesas y una única entrada, un hueco de apenas un milímetro de diámetro por donde no pueden entrar hormigas enemigas más grandes.
En promedio, los comandos de hormigas Temnothorax pilagens para adquirir nuevas esclavas están formados por sólo cuatro individuos, incluyendo a la hormiga exploradora que descubrió al grupo de hormigas al que se pretende asaltar. Debido a su pequeño tamaño, estas hormigas esclavistas pueden penetrar con facilidad dentro del hormiguero de la especie a esclavizar. Una vez en el interior, el asalto se suele completar con éxito y de un modo asombroso.
Lo normal es que las hormigas invadidas, ante el ataque de unas hormigas invasoras contraataquen. No obstante, se ha descubierto que en el caso de esta hormiga esclavista no ocurre un contraataque por parte de las hormigas atacadas.
Los investigadores, de la Universidad de Maguncia y el Museo Senckenberg de Historia Natural en Görlitz, ambas ciudades en Alemania, observaron casos en los que las hormigas atacadas no se defendieron, y permitieron que las invasoras se llevaran consigo crías e incluso hormigas adultas, que luego fueron agregadas al grupo de hormigas esclavas en la colonia de las invasoras. Las hormigas atacadas no mostraron agresividad ni actitudes defensivas como huir porque su capacidad de reconocer al enemigo como tal fue neutralizada mediante compuestos químicos especiales sobre la cutícula de las hormigas esclavistas. Dicho de otro modo, Las hormigas invadidas identifican a las hormigas esclavistas como miembros de su hormiguero.
No tener que matar a ninguna hormiga de la colonia invadida al no oponer éstas resistencia a los secuestros de compañeras beneficia a las hormigas esclavistas porque pueden regresar a por más hormigas en futuras ocasiones. No oponer resistencia y permitir que las hormigas esclavistas se lleven a algunas compañeras también beneficia, al menos a corto plazo, a las hormigas invadidas que permanecen en su colonia, ya que la posibilidad de que un esclavo venza a una hormiga esclavista en una lucha es cercana a cero. Las hormigas esclavistas usan su aguijón de una manera sofisticada, comparable en pericia a un espadachín muy hábil con el florete. Estas hormigas esclavistas clavan su aguijón con admirable rapidez y precisión en un pequeño punto del cuello de la hormiga esclava donde su piel es más blanda y fina. Esta picadura causa inmediatamente parálisis y una muerte rápida. El número de víctimas mortales en una batalla puede variar entre el 5 por ciento y el 100 por cien de las hormigas del hormiguero asaltado, mientras que no suele haber bajas entre las hormigas invasoras.
En otras incursiones observadas por el equipo, la manipulación por medios químicos de la conducta de las hormigas invadidas fue menos efectiva. En algunos casos, es posible que esa influencia química se viera contrarrestada por otra más poderosa, la derivada de la presencia de una Reina en la colonia invadida. De hecho, una reacción defensiva contra las hormigas invasoras es más probable si la colonia atacada tiene una Reina.
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