La lepra es una enfermedad que afecta a la piel y al sistema nervioso y las cepas son 2 de las cuales una afecta al ser humano en exclusiva y la otra afecta solo a 2 especies de animales: El ser humano y el armadillo (el cual solo desarrolla la enfermedad en cuando el animal está cerca de sucumbir, pero que no sufrió dicha enfermedad hasta la llegada de los colonos humanos)
A grandes rasgos esta enfermedad causa la destrucción de tejidos, manchas en la piel y deformaciones.
La lepra aparece citada en historias de ficción con descripciones reales de lugares, enfermedades y modo de vida tales como la biblia y era habitual causa de estigmatización social porque los que no estaban contagiados temían ser contagiados, por lo que los leprosos solían ir a las leproserías las cuales fueron descritas desde el nacimiento de la escritura como "cementerios para vivos".
Por fortuna, esta enfermedad está erradicada en muchos países y existe un tratamiento realmente efectivo para los contagiados, sobre todo en las primeras fases, pero en otros sigue siendo un mal que en realidad sigue vigente sobre todo por la carencia de recursos de los afectados.
Ahora investigadores españoles y norteamericanos han descubierto un patrón común que hace pensar que la lepra ha sido la primera enfermedad bacteriana que evolucionó específicamente para ser un parásito del ser humano prácticamente desde que los primeros homínidos adoptaron posición erguida Esta teoría ha sido construida a partir de hechos conocidos y estudios sobre la enfermedad realizados.
Una de las pruebas es el hecho de que la lepra es una enfermedad estrictamente humana, sin otros anfitriones o huespedes. Una vez fuera del cuerpo humano, la bacteria de la lepra no puede crecer en un medio artificial. Una excepción es que la cepa Mycobacterium leprae puede encontrarse en armadillos salvajes, pero sólo en América. Se cree que estos animales adquirieron por primera vez la infección de los exploradores humanos.
Una segunda prueba, que sugiere una larga historia para la lepra, reside dentro del genoma bacteriano. Todas las cepas mundiales de Mycobacterium leprae analizadas hasta ahora (más de 400) han resultado tener genomas casi idénticos. Esto sugiere que algunos de los seres humanos que dejaron África hace alrededor de 100.000 años, para poblar el resto del mundo, llevaban consigo la bacteria de la lepra. También implica que la bacteria de la lepra es extremadamente estable dentro de sus anfitriones humanos, un signo de vida parasitaria madura mucho más antigua que 100.000 años.
Una tercera prueba está relacionada con el último ancestro común de las dos especies de bacteria de la lepra conocidas, que completó una evolución reductora hace unos 10 millones de años, lo que resultó en un genoma más liviano y la pérdida de la habilidad de vivir en solitario, sin depender de humanos. Un parásito bien adaptado tiene un genoma liviano, se halla confinado en su respectiva especie anfitriona y es improbable que se cambie a otra (lo que se denomina zoonosis, el paso de una enfermedad de una especie a otra).
Por último, la edad más antigua de los pseudogenes de la bacteria de la lepra sugiere que la inactivación genética empezó hace unos 20 millones de años. Ese es probablemente el momento cuando el ancestro de la bacteria de la lepra saltó a los primeros ancestros del ser humano e hizo la transición desde su estado de vida en solitario hasta su vida estrictamente parasitaria. En esencia, la teoría unifica la evolución reductiva de la bacteria de la lepra y su estilo de vida estrictamente parasitario en humanos en un largo proceso único y continuo.
Comprender el comportamiento de esta enfermedad puede ser el medio para la erradicación final de esta y de aquellas enfermedades que sigan sus pasos
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