La pieza de ámbar data de 100 millones de años de antigüedad y contiene restos fósiles que constituyen la evidencia más antigua de reproducción
sexual en una planta con flores. Se trata de un conjunto de 18 diminutas
flores del Período Cretácico, y una de ellas estaba en el proceso de
crear nuevas semillas para forjar la generación siguiente.
La planta, de una especie hoy ya extinta, data de una época en la que muchas de las plantas con flores eran todavía pequeñas.
La pieza de ámbar, con su contenido claramente perceptible, es como un retrato hecho a mediados del Cretácico, cuando las plantas con flores estaban evolucionando para dominar la mayoría de los medios en los que habitan, añadiendo color, biodiversidad y una nueva fuente de alimento para los animales. Lo que quizá resulta más asombroso es que, a juzgar por los detalles de la planta preservados en el ámbar, el proceso de reproducción de aquel vegetal era idéntico, o casi idéntico, al proceso de reproducción que todavía usan las angiospermas (plantas con flores) de hoy en día
Los fósiles fueron descubiertos en el valle de Hukawng, en Myanmar, país anteriormente conocido como Birmania. La nueva especie ha recibido el nombre de Micropetasos burmensis, y representa también la primera especie de un género hasta ahora desconocido.
La investigación la ha realizado un equipo de expertos de instituciones de Estados Unidos y Alemania.
Los seres vivos fosilizados dentro del ámbar están muy bien conservados, en el sentido de que sus detalles se aprecian con gran nitidez. El primer paso acontece cuando la resina emanada de un árbol atrapa y envuelve al espécimen. Entonces comienza el largo proceso de fosilización, con el resultado final de una piedra semipreciosa, el ámbar, y su carismático contenido.
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