La seda de araña es una de las proteínas más extrañas y con uno de los mayores posibles usos en el futuro.
Algunas de las propiedades que hacen a esta fibra animal algo que atrae mucho interés para la ciencia son su gran resistencia, La seda de araña es 5 veces más resistentes que un hilo de acero del mismo grosor, su ligereza que hace que sea más ligera que muchos materiales que son requeridos para hacer ciertas cosas o su gran elasticidad, que le permite que se estire hasta un 135% más que su longitud original sin llegar a romperse. Estas características hacen que a las potenciales presas de las arañas les resulte extremadamente difícil escapar de esa letal trampa. No obstante esta seda ha atraído la atención de la tecnología, la ciencia y en el campo militar y en la música.
Para obtener la fibra de la tela de araña hay que criar millones de arañas Por eso se está intentando recurrir a la ingeniería genética. Se han aislado los genes de araña que portan la información necesaria para fabricar las proteínas que componen la fibra y se han introducido en bacterias, células en cultivo o en plantas. En Brasil se han conseguido cultivar plantas de algodón que producen fibras de telaraña y en Canadá se ha logrado modificar genéticamente a cabras para que produzcan seda de araña. El problema sigue siendo que cualquiera de esos métodos siguen dando unos resultados económicamente viables (por ejemplo se necesitarían 2300 litros leche de cabra para producir 2 kg de seda de araña).
Algunas utilidades que se han planteado son:
La fabricación de chalecos antibalas, los cuales se piensa que pueden ser mucho más efectivos que los actuales chalecos de Kewlar, los cuales son menos efectivos en disparos a quemarropa y realmente son más pesados.
Por otro lado un misionero francés intentó usar la seda de la araña nephilia de Madagascar, de color dorado para confección de telas. Si bien el diseño resultaba atractivo en color, los costes generados de tener que criar a tantas arañas para lograr conseguir suficiente seda para hacer un vestido provocaron que el proyecto acabara siendo abandonado.
Shigeyoshi Osaki decidió utilizar las fibras de la telaraña para fabricar cuerdas de violín. El profesor Osaki, de la Universidad Médica de Nara, se dedica a la química de los polímeros, e investiga las propiedades de las telas de araña desde hace 35 años.
Al ser amante del violín, utilizó 300 hembras de Nephila para que le proporcionaran las fibras que necesitaba. Entre 3000 y 5000 hilos retorcidos en una sola dirección, dependiendo de la tonalidad, fueron necesarios para fabricar cada cuerda. Osaki descubrió que la tela de araña tiene un timbre muy brillante, suave y profundo. Se consiguen armónicos más altos que con los otros materiales tradicionales, incluso con cuerdas de tripa.
La alta resistencia de las fibras también es una ventaja, porque se pueden utilizar cuerdas más finas para conseguir los mismos tonos que con cuerdas de nylon recubiertas de acero.
La posibilidad de utilizarla en medicina para la medicina regenerativa de tejidos también está cobrando atractivo entre los científicos e investigadores por la habilidad de regenerarse a su forma original de la seda.
La industria de la automoción también he ha echado el ojo a esta seda dado que la seda está pensada para parar en seco pero de forma delicada a objetos voladores de un tamaño mayor (se cree que una hebra del tamaño de un lápiz puede parar en seco un avion comercial), por lo que se estudia para fabricar un nuevo tipo de airbags.
Otro uso que se pensaba dar a esa seda es utilizarla para la construcción, para sustituir al acero en las partes que requieran resistencia en los edificios y no tanto la formación estructural.
De lo que no cabe duda es que la seda de las arañas tienen unas propiedades exclusivas que, de lograr una forma de producirla de manera rentable, sustituirá muchos materiales actuales.
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