Los jueces de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), por 12 votos contra 4, han decidido que la pesca de ballenas por parte de Japón en aguas del océano Antártico no tiene fines científicos y han prohibido la concesión de nuevos permisos. Se trata de una decisión contra la que no cabe recurso
Por ello, Japón debe cesar la caza de ballenas de manera inmediata y no se concederán nuevas licencias de caza de ballenas en Japón.
El tribunal concluye que los permisos especiales concedidos a Japón para matar, capturar y comerciar con ballenas en el marco del (acuerdo) JARPA II no tienen fines científicos.
El II Programa Japonés de Investigación sobre Ballenas en el Antártico bajo Permiso Especial (JARPA II, por sus siglas en inglés, una tapadera en mi opinión para utilizar la excusa de fines científicos para matar y consumir ballenas, es decir, una casa de papel), habilitaba a los japoneses para realizar estudios sobre el ecosistema antártico y las poblaciones de ballenas, lo que permitía su caza.
Australia y Nueva Zelanda impulsaron en 2010 una denuncia contra Japón en los tribunales internacionales porque consideraban que Tokio estaba explotando una laguna legal del JARPA II con la excusa de la investigación científica, cuando el fin era únicamente comercial (es decir, denunciaron un secreto a voces).
Japón ha cuestionado desde el principio la legitimidad del tribunal para decidir qué es y qué no es ciencia.
La caza de ballenas está prohibida a nivel internacional desde 1986, pero países como Noruega, Islandia. continúan practicándola a pequeña escala. Japón, por su parte, se amparó en una normativa de la década de 1940 para seguir con dicha actividad. En los últimos 20 años unas 10.000 ballenas han muerto a manos de los balleneros japoneses excusándose en fomentar la investigación sobre estos cetáceos.
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