El hecho de que las serpientes arcaicas tenían patas se ha visto reforzado porque un equipo de la Universidad de Alberta en Canadá ha descubierto los restos fosilizados de cuatro serpientes de entre 140 y 167 millones de años, casi 70 millones de años más que la más antigua conocida hasta ahora, con estas características. Según los autores del artículo publicado en "Nature Communications", el hallazgo cambia las ideas que la ciencia tenía sobre el origen y la evolución de estos animales.
Antes se creía que las serpientes evolucionaron a partir de los lagartos sin patas y difieren de estos en la conservación de ciertos rasgos en los lagartos sin patas que las serpientes sacrificaron en favor de otros órganos como el sentido del oído en los lagartos que en lugar de tal sentido, las serpientes tienen la termorecepción. No obstante, el descubrimiento de este fósil deja entrever que el caso de las serpientes y los lagartos sin patas no es un caso de evolución lineal, sino de evolución convergente.
Hasta el descubrimiento de estas serpientes, la serpiente más antigua conocida es la Eophis underwoodi, del sur de Inglaterra, cerca de Kirtlington. Sólo se conoce a partir de restos muy fragmentarios y era un individuo pequeño, aunque es difícil decir qué edad tenía en el momento en que murió. La serpiente más grande, la Portugalophis lignitos, vivía en los depósitos de carbón en Portugal, cerca de Guimarota, y tenía un tamaño mucho mayor: casi un metro o más de longitud. Varias de estas antiguas serpientes (Eophis, Portugalophis y Parviraptor) vivían en zonas costeras pantanosas en las grandes cadenas de islas en las partes occidentales de la antigua Europa, mientras que la especie de América del Norte, la Diablophis gilmorei, se encontró en los depósitos fluviales hacia el interior en el oeste de Colorado.
Este nuevo estudio pone de manifiesto que la repentina aparición de las serpientes refleja una brecha en el registro fósil, no una radiación explosiva. Desde los 167 a los 100 millones de años, durante unos 70 millones de años, las serpientes se difunden y evolucionan hacia el plan corporal alargado de extremidades reducidas que caracteriza a las bien conocidas serpientes marinas de 100-90 millones de años de Cisjordania, Líbano y Argentina, que aún poseen extremidades traseras pequeñas pero bien desarrolladas. Como siempre es el caso, la distribución de estas serpientes y la anatomía del cráneo y elementos esqueléticos, dejan claro que fósiles de serpientes incluso más antiguas están esperando a ser descubiertas.
Estos fósiles sugieren que la forma de la cabeza de las serpientes era anterior a la pérdida de las extremidades por parte de estas, por lo que, como se citó antes, las serpientes no descienden de los lagartos sin patas, sino que son una especie distinta y saca de manifiesto que se ha de reconsiderar el marco evolutivo de las serpientes.
Aquí se puede ver el apéndice pélvico de una serpiente pitón. De lo que antes eran las patas traseras de sus antepasados, los animales de la actualidad tienen apenas un espolón que los machos usan para sujetarse a las hembras en la época de reproducción
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