La Platija también llamada lenguado de Moisés se trata de un pez de 20 centímetros frecuentemente consumido en el Mar rojo
Se trata de un pez que aparenta ser como cualquier otro lenguado. Pero en 1960 la doctora Eugenie Clrak notó una extraña sensación en la piel cuando intentó tocar a una con las manos desnudas. La doctora supuso que se trataba de un tipo de toxina.
Fue en 1971 y en 1972 cuando primero se comprobaron los efectos del veneno en un ratón (le provocaron la muerte) y luego se descubrió un inhibidor en la sangre del pez que le protege contra su veneno y también es un eficaz antídoto contra el veneno de serpientes, abejas y escorpiones.
Más tarde se introdujo una platija en un acuario con tiburones (la razón de este experimento fue que se inyectó el veneno en los peces del arrecife y provocaba la muerte de todos ellos y hacía que las anémonas se retorcieran de agonía y se pensaba que los tiburones se la comerían empujados por un instinto ciego depredador). Tan pronto como el pez tocó el agua los tiburones intentaron comérselo varias veces, pero nunca lograban cerrar sus mandíbulas en el lenguado de moisés y se alejaban de él sacudiendo la cabeza y con las mandíbulas lo mas separadas posible como si la platija les hubiera abrasado la boca.
Posteriormente se probó la inmunidad de los peces de Moisés en un acantilado submarino donde abundaban los tiburones echándolos atados a otros tipos de lenguados con un hilo. Al volver a recoger los peces se descubrió que los tiburones se habían comido a todos los peces excepto a las platijas que no sufrieron ningún rasguño.
La razón de que pueda comerse es que el veneno que lo protege pierde toda su potencia si se le echa abundante alcohol o se cuece. No obstante este veneno puede ser un buen repelente de tiburones si se logra aplicar en redes de las playas o en el equipo de submarinistas.
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