Investigadores del Hubbs-SeaWorld Research Institute Ann Bowles, han encontrado que las orcas (Orcinus orca) cambian el tipo de sonido que hacen para aproximarse más a sus interlocutores sociales, en este caso, los delfines de nariz de botella. Los resultados, publicados en la revista de la American Acoustic Society, sugieren que la imitación vocal puede facilitar las interacciones sociales en los cetáceos.
Las orcas tienen repertorios vocales complejos formadas por clics, silbidos y gritos de impulsos. Las características acústicas de estas vocalizaciones, como su patrón de duración, tono y pulso, varían entre los distintos grupos sociales de forma que los patrones de sonidos que utilizan las orcas varían notablemente de un grupo a otro, de manera parecida a las diferencias de patrones entre el español, el inglés y el japonés. Las ballenas que están estrechamente relacionadas o viven juntas producen llamadas pulsantes similares que llevan características vocales distintas para el grupo, conocido como un dialecto.
La prueba de la capacidad de aprendizaje vocal en los mamíferos sociales por lo general requiere la observación del animal en una nueva situación social, una que podría estimular a comunicarse de nuevas maneras. Los delfines proporcionan una especie de comparación útil a este respecto: hacen sonidos similares a sus primas mayores, pero generalmente los producen en diferentes proporciones, dependiendo más de chasquidos y silbidos que las llamadas de impulsos mas propias de la comunicación de la ballena asesina (que en realidad no es una ballena, sino el delfín mas grande del mundo).
Tres orcas que habían sido alojados con delfines durante varios años cambiaron las proporciones de los diferentes tipos de llamadas en su repertorio para hacerlas coincidr más estrechamente con la distribución que se encuentra en los delfines. Los investigadores también encontraron evidencias de que las ballenas asesinas pueden aprender sonidos completamente nuevos: una ballena asesina que vivía con delfines en el momento del experimento aprendió a producir una secuencia chirrido que los cuidadores humanos habían enseñado a su delfín compañero de piscina antes de que ella llegase.
Este estudio demuestra en las orcas una gran capacidad de aprendizaje, dado que pueden acomodar los circuitos neuronales conforme aprenden cosas nuevas.
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