Charcas de color “verde chillón” y rebosantes de vida aparecieron hace algunos meses entre el hielo en zonas remotas del Océano Antártico, y éstas podrían ser beneficiosas en la lucha contra el calentamiento global.
Observadas en el poco estudiado Mar de Amundsen, las radiantes plantas deben su color a la clorofila, un pigmento encontrado en varios tipos de fitoplancton, o algas diminutas. Tanto el zooplancton que se alimenta de algas, como los pequeños crustáceos llamados krill y las larvas de peces y camarones viven también en esas zonas.
Una expedición científica reciente estudió estas algas mientras surcaban la polinia (espacio abierto de agua, dependiendo de la estación, rodeado de hielo marino) del Mar de Amundsen.
Las polinias, que a menudo miden cientos de kilómetros de ancho, son “oasis” ricos en nutrientes que ofrecen refugio para animales, tanto pequeños como grandes, explicó Patricia Yager, científica jefe de la Amundsen Sea Polynya International Research Expedition (ASPIRE, Expedición de Investigación Internacional de la Polinia del Mar de Amundsen),que está financiada por la U.S. National Science Foundation (Fundación Nacional de Ciencia de los EE.UU.) y el Swedish Polar Research Secretariat (Secretariado Sueco de Investigación Polar) .
Estas bolsas de agua abiertas existen por dos motivos: porque el viento se lleva trozos de hielo lejos de la costa, y porque el aire caliente o una corriente de agua más cálida derriten pedazos de hielo.
Cuando el hielo marino estival se derrite, puede liberar micronutrientes en el océano, que sobrealimentan a las algas. Dichos micronutrientes son cantidades residuales de elementos como el hierro, que son esenciales para el crecimiento de las plantas.
A medida que los glaciares y el hielo marino del oeste de la Antártida se derritan debido al calentamiento global, se producirá un influjo de micronutrientes al océano, lo que avivará el crecimiento de algas más grandes, afirmó Yager en una entrevista.
Semejante boom de algas puede, de hecho, resultar beneficioso para el clima, ya que las plantas engullirán más dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero. Sin embargo, advirtió, esto sólo sucedería hasta cierto punto.
Las muestras de las aguas superficiales de la polinia revelaron que las charcas tenían cantidades de hasta 45 microgramos de clorofila por litro, lo que supone que es cinco veces más verde que algunas partes de la pluma del Río Amazonas, la zona rica en nutrientes en la que el Amazonas desemboca en el Atlántico.
Esto se debe a que las aguas de las polinias reciben un influjo regular de agua dulce , proveniente de hielo marino derretido, y una gran cantidad de luz solar (dos condiciones fructíferas para que se dé la vida).Aún así, encontrar cantidades mayores de 30 (microgramos de clorofila) es excepcional, y que estén por encima de 40 lo es aún más
La salmuera también tiende a acumularse por debajo del hielo marino, lo que hace que las aguas superficiales sean más densas y propicien que las algas muertas (y el carbono con ellas) se hundan hasta el fondo,por lo que ésta puede evitar que estas aguas por así llamarlas eutrofizadas se contaminen con gases tóxicos como el metano, resultado de la descomposición bacteriana al facilitar que las algas muertas se hundan al fondo del océano.
No obstante, esta bullición de vida sólo puede capturar el carbono de manera limitada, y el tamaño que alcanzan estas charcas es limitado
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