Las águilas y otras aves de rapiña son los indiscutibles
reyes del aire. Estos animales son admirados por su majestuoso vuelo aprovechando
las corrientes térmicas ascendentes, haciendo que puedan hacer un vuelo
sostenido y eficiente que consume poquísima energía. No obstante se trata también
de especies especialmente frágiles ante contaminantes medioambientales.
Durante la edad media estas aves eran utilizadas como
criaturas de cetrería para los reyes y nobles hasta que se invento el arma de
fuego. Desde entonces y hasta mitad del siglo XX fueron cazadas acusadas de
robar la caza, junto a lobos, linces, etc. No obstante se descubrió que sin
estos depredadores no existirían muchas especies cinegéticas.
En efecto se extermina a las águilas reales de los Alpes
durante el siglo XX pensando así que aumentaría la caza, pero cuando lo
hicieron las cabras enfermas de tuberculosis contagiaron a las demás, por lo
que hubo una epidemia que casi las extermino. Se hizo necesario reintroducir al
águila en esas zonas para que la población de cabras regresara a la normalidad,
porque estos animales purgaban a los animales enfermos, débiles y tarados
dejando a los individuos sanos. Cuando el ser humano se siente molesto con un
animal porque elimina animales de especies que caza normalmente nunca piensa en
las consecuencias de matar el las mejores piezas y exterminar a los animales
que se alimentan de ellos que normalmente se alimentan de animales que debilitan
a sus congéneres.
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