La guerra contra la tuberculosis resistente, cada vez más extendida en zonas de África, Asia, Europa y Latinoamérica, cuenta con un nuevo aliado: la piridomicina. Este antibiótico natural, obtenido de una bacteria y conocido desde hace décadas, se ha mostrado eficaz contra cepas que se han hecho fuertes frente a uno de los principales fármacos que se emplean contra el bacilo, la isoniacida.
La naturaleza y la evolución han dotado a algunas bacterias de potentes mecanismos de defensa para atacar a seres vivos de su entorno; analizar las sustancias naturales generadas por estos microorganismos es un recurso muy útil para encontrar posibles nuevos medicamentos para combatir las enfermedades infecciosas.
La Dactylosporangium fulvum es una bacteria cuyo hábitat natural es la tierra produce un antibiótico obtenido de las secreciones del microorganismo, la piridomicina. La sustancia que produce es un “asesino muy selectivo de la Mycobacterium tuberculosis y también es activa contra cepas que han desarrollado resistencias a medicamentos de primera línea.
Los investigadores dirigidos por Cole identificaron la proteína InhA como la principal diana a la que se dirige la isoniacida en el patógeno causante de la tuberculosis. En las cepas resistentes, las mutaciones en el gen impiden su capacidad de acción. Sin embargo, en el caso de la piridomicina, este antibiótico es capaz de esquivar las mutaciones causantes de las resistencias, por lo que logra inhibir el gen y atacar el bacilo de Koch.
Aunque todavía está en fase de experimentación, el hecho de descubrir un antibiótico natural que ataque a una enfermedad que está resurgiendo como la tuberculosis es un avance en la medicina.
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